Robos al comercio: un desafío de seguridad

Hace algo más de una semana, el robo al centro de distribución en Colina de la multinacional del e-commerce Mercado Libre -el tercero desde su inauguración en agosto pasado- volvió a poner en evidencia lecturas encontradas sobre la incidencia de delitos contra el comercio, sobre todo en la Región Metropolitana.

Por un lado, representantes del rubro citados por este diario hablan de "escalada", "problema mayor" y un "consenso de que el Estado está al debe" ante lo que perciben como nuevas formas de delito más violento, más organizado y, especialmente, más temerario. Por otra parte, desde el gobierno, junto con recordar el rol que cabe a las empresas en velar por su propia seguridad –"sobre todo cuando tienen varias hectáreas de bodegas o productos atractivos para el delincuente", dijo el subsecretario de Prevención del Delito (s)-, se replica que el robo en lugar no habitado cayó un 29,4% entre enero y noviembre de 2021 respecto de igual período el año anterior, como también bajó un 9,1% el robo en lugar vigilado (los registros más bajos en cinco años).

Lo cierto es que las imágenes en Colina muestran la acción violenta y coordinada de 43 individuos armados, que durante el robo hirieron a dos trabajadores y luego pusieron barricadas en la vía pública para facilitar su huida. Ante eso, se entiende que la empresa declare que "el nivel de violencia que hemos sufrido supera cualquier medida de seguridad que podamos adoptar como compañía". Inevitablemente, que el hecho ocurra por tercera vez en el mismo lugar deja dudas sobre la efectividad para hacerle frente.

De igual manera en que el comercio se ha adaptado a nuevas formas de operar en un entorno de mercado cambiante, también lo está haciendo el delito. Las estrategias y mecanismos para ponerle coto -el narcotráfico es un claro ejemplo- deben cambiar en consecuencia, pero no en los tiempos que acomoden a las autoridades (policiales, judiciales o políticas), sino en los que requiere la seguridad y demanda la ciudadanía.